El municipio de Villacarrillo se encuentra a 89 km de la capital Jaen, su extensión es de 239 km2 y su altitud es de 812m. La población asciende a 11095 habitantes.

El origen de esta villa es la antigua Torre de Mingo Priego, fortaleza defensiva dentro de la extensa red que circundaba el Adelantamiento de Cazorla, que pertenecía al Concejo de Iznatoraf. A petición de don Alonso Carrillo de Acuña, Juan II confirmó el día 10 de enero de 1450 el privilegio de villazgo concedido por el Arzobispo de Toledo a la Torre de Mingo Priego, privilegio que fue confirmado con posterioridad por los Reyes Católicos, con fecha 26 de enero de 1498. Anteriormente, en 1449, el Arzobispo Carrillo ya había segregado la Torre de Mingo Priego de la jurisdicción de Iznatoraf. Por Real Decreto de 8 de mayo de 1877, el rey Alfonso XII le concedió el título de ciudad.

Sin embargo, la historia de Villacarrillo se remonta siglos atrás. En la aldea de La Caleruela se encontraron objetos y lápidas de interés. En el Museo Arqueológico Nacional hay una esfinge alada de talante oriental, posiblemente fenicia, una lápida sepulcral, y un relieve íbero con jinete y jarrón árabe, lo que viene a certificar que esta zona servía de tránsito de los pueblos que procedían de la costa mediterránea y se dirigían hacia el interior de la Península, aprovechando los pasillos de Pozo Alcón y la Hoya de Camporedondo. De entre todos los descubrimientos, destaca el Tesoro de Mogón, actualmente en el Museo Británico, repleto de joyas de plata entre las que sobresale un dios Mercurio de bronce dorado a fuego.

Conocer Villacarrillo no es sólo adentrarse en sus calles y visitar sus casas solariegas con fachadas de sillares, sino vivir en una ciudad que ha sido hospitalaria a lo largo de su historia para con hombres como Andrés de Vandelvira, casado con la villacarrillense Luisa de Luna, Andrés Segovia, que comenzó aquí a tocar el instrumento con el que obtendría años después fama mundial, Antonio Ojeda, primer presidente del Parlamento andaluz, que fue notario en esta ciudad, o Baltasar Garzón, que desempeñó su profesión de juez en Villacarrillo durante sus primeros años.

Otros nombres que vienen a unirse a los de villacarrillenses ilustres son los del licenciado Escudero de la Torre, los prestigiosos escultores Andrés y Francisco de Ocampo, los pintores Cristóbal Ruiz y José Pablo García de Zúñiga, el guitarrista Antonio Jiménez Manjón, el ministro Antonio Benavides, el poeta y escritor Matías Pastor, el arqueólogo y médico de gran prestigio Tomás Román, el maestro, filósofo y poeta Ambrosio Muñoz y el vicario general castrense y confesor de la reina Ildefonso Martínez.