Huelva, la más occidental de las capitales andaluzas, fue hace más de 2.500 años centro de la civilización tartesia y destacado enclave mercantil, que mantuvo intensos flujos de intercambio comercial con otros puertos del Mediterráneo oriental.
Siglos después, se convertiría en base de fenicios, cartagineses y romanos, aunque fueron éstos últimos quienes comenzaron a explotar los enormes recursos minerales de la zona, actividad que se ha perpetuado a lo largo de los siglos. Con la presencia romana en la zona, la ciudad, denominada Onuba Aestuaria y enclavada en la región de Beturia, cobró gran importancia e incluso llegó a acuñar moneda propia.
Durante la época visigoda, la vecina localidad de Niebla (Elepla) cobraría gran importancia civil y militar dentro de la comarca, hasta convertirse en sede episcopal.
La llegada de los árabes a Huelva hacia el año 713 supondría una nueva etapa para la ciudad, que pasó a llamarse Welba. A lo largo de este nuevo periodo, la ciudad llegaría a convertirse, durante un tiempo, en reino taifa independiente bajo la dinastía de los Bekries.
Pero el hecho histórico que, sin duda, más ha marcado a los onubenses es el descubrimiento de América, ya que en 1492 Cristóbal Colón emprendió desde estas tierras el primero de sus viajes al Nuevo Mundo. En el monasterio de la Rábida, a pocos kilómetros de Huelva, Fray Juan Pérez y Fray Antonio de Marchena promovieron los proyectos del viaje de Colón, quien permaneció en este recinto monacal hasta poco antes de su partida.
Como recordatorio de aquella época, se erigió en 1929 en la Punta del Sebo el monumento a la Fe Descubridora, uno de los símbolos de la ciudad. Esta gran escultura, obra de la escultora norteamericana Whitney, es un homenaje a la figura de Colón y al importante papel que desempeñó la provincia onubense en el descubrimiento de América.