En arco desde Ayamonte a Tarifa, desde la desembocadura del Guadiana hasta el estrecho de Gibraltar, la Costa de la Luz extiende sus playas, finos arenales interminables escoltados por pinares.
La Costa de la Luz está hecha de arena y sol; los ríos se desparraman en caños antes de llegar al mar; en las marismas, esteros y salinas se mezclan el agua y la tierra. El nombre le viene dado por una luz vivísima que resalta la pulcritud de las calles, el encalado de los muros, el dorado de las dunas y el reflejo de plata del mar, único matiz grisáceo en esta tierra de color.