Pueblos de Almería:
ADRA:
El municipio de Adra se encuentra a una altitud de 20 m sobre el nivel del mar y cuenta con una extensión de 90 km2, su distancia de la capital es de 53 km y cuenta con 22034 habitantes.
El yacimiento arqueológico Cerro de Montecristo está incoado como Bien de Interés Cultural, máxima figura de protección contemplada en la Ley de Patrimonio Histórico Andaluz. Es una elevación natural de 49,38 metros de altitud sobre el nivel del mar, donde se asentó la población de Abdera. Numerosas reseñas literarias de la antiguedad hacen alusión a ella: Estrabón menciona Abdera cuando realiza la descripción de la costa sur del Mediterráneo, aclarando que se trata de una fundación fenicia, al igual que Sexi (Almuñecar). Del mismo modo P. Mela y Plinio se refieren a Abdera, junto con otras ciudades de la costa sur peninsular. Se han realizado diferentes intervenciones arqueológicas en el Cerro de Montecristo, la primera se remonta al año 1970, cuando vieron la luz estructuras de casas de época púnica, cuya cronología se aproximaba al siglo IV a.C., así como materiales y restos de época republicana romana, altoimperial y bajoimperial, fundamentalmente de balsas de salazón. En el año 1986 una nueva excavación arqueológica puso de manifiesto el potencial arqueológico del yacimiento, y en ella se documentó una fase más antigua, de ocupación fenicia. En la actualidad, de Abdera conocemos que es una fundación fenicia de finales del s. VIII a.C., que reproduce una situación habitual del urbanismo fenicio: en la desembocadura del río Adra (o río Grande), sobre un cerro elevado proyectado hacia el mar, dominando el estuario del río. Habitada la ciudad, posteriormente por los romanos, detentó gran importancia en el Mediterráneo central y oriental, sobre todo por la comercialización del «garum» y salazones de pescado.
La fisonomía del Cerro está muy alterada por los trabajos de desmonte y abancalamiento para el aprovechamiento agrícola. En la actualidad se trabaja para la recuperación y valorazión del yacimiento.
El tránsito de la antiguedad a la época mediaval sigue arrojando grandes interrogantes, si bien fuentes escritas mencionan que el obispo de Abdera acudió al Concilio de Sevilla convocando por San Leandro en el año 590.
Sin lugar a dudas, esta referencia, manifiesta que existió poblamiento hasta al menos el diglo VI d.C., y que Abdera continuo detentando cierta importancia al contar con sede episcopal.
En el siglo XI el geógrafo árabe El Idrisi se refiere a Adra como la sucesora de de la Abdera púnica, si bien la población en época hispanomulsumana se concentró en la Alquería o Adra la Vieja, forzadas por las frecuentes incursiones de piratas que asolaban las costas mediterráneas.
En el año 1505, bajo el reinado de doña Juana I de Castilla, se edifican los Torreones y lienzos de muralla que configuran el recinto fortificado de Adra, destinado a la protección y defensa de la población, tanto de los ataques de piratas y berberiscos, como, accidentalmente, de la población morisca que habitaba en el interior de la Alpujarra.
Constructivamente, la muralla estaba realizada con mampostería y tapial. La imagen actual, es debida a las profundas remodelaciones a las que se ha visto sometida.
Tenemos constancia de la existencia de dos puertas en el perímetro amurallado: La Puerta del Mar (Plaza del Ayuntamiento) y otra situada en la Plaza Vieja (Plaza Ortiz de Villajos). Las murallas fueron derribadas en su mayor parte en 1839, como consecuencia de la expansión urbana de la ciudad.
Conocemos a través de las fuentes escritas la ubicación del castillo de Adra en las inmediaciones de la Plaza Ortíz de Villajos, si bien, no queda ningún resto visible del mismo. Igualmente, los textos nos informan de como Boabdil (último monarca nazarí) partío a Marruecos desde la Costa abderitana, para, desde allí, dirigirse a Fez.
A partir del siglo XVI y, sobre todo en el siglo XVII, asistimos a un significativo aumento demográfico en Adra, quizá el más espectacular de la provincia de Almería, prácticamente despoblada como consecuencia de la expulsión de los moriscos del reino de Granada. Este aumento poblacional se debió a la introducción de la caña de azúcar, iniciándose pronto las exportaciones de este producto a Génova y otros puertos del Mediterráneo. El crecimiento demográfico y económico experimentado en Adra motivó sucesivas ampliaciones en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Adra (s. XVI-XVIII), hasta configurar su imagen actual en tres naves. La explotación y comercialización minera de la próxima Sierra de Gádor, se remonta a época fenicia y romana, si bien a partir de las reformas introducidas por el rey Carlos III, con la creación de la Dirección General de Minas, cuando se sientan las bases de la expansión minera que se producirá a lo largo del siglo XIX. En 1822, una familia inglesa construye en Adra la fábrica de «Rein y Cía», introduciendo en el año 1827, una de las primeras máquinas de vapor instaladas en España. Tras la quiebra de la compañía, la adquiere el malagueño Manuel Agustín Heredia en 1837, que dotó a la Fundición de Plomo de San Andrés de la tecnología metalúrgica más avanzada de la época. Actualmente, del complejo minero de San Andrés se conserva la Fábrica del Vinagre, recientemente restaurada y destinada a albergar exposiciones, y la Torre de los Perdigones.